martes, 1 de octubre de 2013

La casa del Lago



Esta es una historia real, olvidada a lo largo de los años, tal vez causado por el mismo lamento de mi memoria que trato de salvarme de una situación que no muchos quisieran tener en sus recuerdos, y que el miedo de un pequeño niño puede intensificarse con el paso del tiempo.
No recuerdo exactamente qué edad tenia, debe haber sido entre 8 a 10 años, pero si recuerdo de lugar y la situación… Caburgua, uno de los tantos veranos que he pasado mi niñez vacacionando con mi familia, mucho antes de cualquier concepto de independencia y madurez, solo un pequeño niño que disfrutaba los días soleados con sus hermanos y primos, jugando eternamente en las cabañas Pehuén, un grupo de cabañas que quedan muy cerca de playa blanca, nuestro sector favorito de todo Caburgua para disfrutar de uno de los mejores lagos que Chile ofrece. Si he de describir el lugar, es un muy buen terreno, ubicado en una pendiente o en la ladera del cerro mejor dicho, es un grupo de cabañas bastante acogedor, a pesar de estar tan cerca del lago y ser un lugar extremadamente transitado hoy en día, en esos tiempos (y actualmente también, muy poco ha cambiado) el loteo de cabañas está cubierto de bosque y árboles bastante frondosos, pareciera un lugar muy pequeño pero no lo es, es un gran tramo de bosque en que la misma vegetación hace difícil la comunicación entre una cabaña y la otra, incluso es difícil tratar de ver una cabaña de la otra a través de los frondosos árboles y arbustos que adornan el lugar. Durante la noche es bastante difícil ver, las luces de la calle no llegan hasta dentro, las cabañas tienen solo una luz exterior en el sector de la terraza, y si bien la luz de la luna ilumina la cabaña, más allá de su jardín, los grandes árboles no permiten que la luz se filtre entre sus verdes hojas, creando lagunas de oscuridad que permiten a los más grandes horrores de un niño acechar desde fuera de la seguridad que una casa crujiente de madera y la compañía familiar pueden ofrecer.
Durante el día, y gracias a la motivación de mis primos mayores, siempre teníamos la necesidad de explorar los alrededores, así fue como encontramos una pequeña cancha de baby futbol, una cancha de voleibol, inclusive una atajo que nos acortaba el camino hacia el lago, y ese mismo deseo de aventura, nos llevó a explorar un sector prohibido y vetado por nosotros mismos como un lugar para nunca ir solo, el sector que durante las noches era el más oscuro del bosque, que ninguna luz podía filtrarse, y que incluso de día los grandes árboles y malezas que crecían hacían casi imposible incluso la travesía, un sector húmedo y extrañamente silencioso, a pesar de estar tan cerca de las otras cabañas, y tan cerca de la calle, muy pocos sonidos que no fueran el viento y las aves que nos advertían desde las copas que no nos acercáramos más, pero como niños ignorantes, no hicimos caso a las advertencias que uno no sabe leer, solo seguimos avanzando.
Fue entonces cuando lo vimos, algo que nos descoloco, algo que inmediatamente nos congelo, algo que ninguna diferencia de edad hiciera que sintiéramos un miedo diferente, la misma corriente de aire helado golpeo nuestras espaldas y nos detuvo el tiempo suficiente para cuestionarnos si debíamos seguir con esta cruzada… una casa. Tal vez es algo tonto, como una casa puede causar miedo, deja contarte como era la casa, porque una vez recordé esta historia, fue como ver una fotografía, esta casa se notaba que era una cabaña más, pero algo tenia de diferente, las cabañas eran de un color madera, barnizadas, muy lindas y muy del sur, esta sin embargo, era de un color negro, tan negro como la misma oscuridad de la noche, nunca supe si producto de la humedad y de ser madera podrida, o si eran los restos de una casa quemada que sobrevivió a duras penas un vistazo en el mismo infierno, pero ahí estaba, una cabaña dejada de la mano del cuidador, que la misma naturaleza ya había reclamado devuelta para sí misma a través del tiempo y el olvido, en que ningún rayo de luz directo tocaba su superficie y solo la oscuridad brotaba desde dentro, sin protectores de ventanas pero aún con sus cortinas blancas de tela delgada rasgadas por el tiempo, y una puerta entreabierta pero que el viento no era capaz de mover, como si las bisagras estuvieran demasiado oxidadas para girar, o tal vez porque algo o alguien la hubiese trancado desde dentro. Fuese cual fuese el motivo, por esa puerta, nadie podía entrar o salir, por lo menos nada que fuese humano.
Cientos de preguntas e inquietudes inmediatamente nos abordaron, ¿qué era esa casa? ¿Por qué estaba ahí? ¿Por qué estaba así de maltratada y por qué el dueño no la arreglaba? ¿Qué había pasado en esa cabaña que ni siquiera el dueño del terreno había querido acercarse a ese lugar? La maleza y la vegetación exuberante probaban que no había recibido ni siquiera una visita del dueño o cuidador, una espeluznante casa abandonada en pleno centro vacacional perdida entre la oscuridad del bosque, a pesar de ser de día, poca era la luz que llegaba hasta ahí y nadie fue siquiera capaz de acercarse a menos de 5 metros de la casa, ni siquiera los mayores, tal vez solo se trataba de una casa vieja, pero aún así nadie fue capaz siquiera de mirar por las ventanas hacia adentro, tal vez causado por el miedo de que un extraño horror te arrastrase hacia dentro de la cabaña, una cabaña de la que nunca podrías salir, por lo menos no como un ser humano. ¿Qué extraño horror se escondía ahí dentro que hacía que la oscuridad se juntase con más fuerza por las noches, que congelaba a los que pasaban por fuera y te obligaban a mantenerte fuera del perímetro de la casa, por qué cuando nos acercábamos nos sentíamos extrañamente vigilados por algo que venía desde dentro de ese extraño lugar, y por qué durante las noches se sentía esa extraña oscuridad que brotaba desde ese lugar, que te obligaba a no salir de tu cabaña, y solo mirar hacia la oscuridad del bosque sintiendo los ojos de un extraño mal que no dejaba de vigilarte incluso cuando entrabas en la seguridad de tu cama caliente?
Debe haber pasado unos 15 años desde aquel momento, pero inclusive ahora, al recordar esto, siento el mismo escalofrío que debí haber sentido en esa ocasión, hasta ahora ninguno de los que estuvimos ahí sabe exactamente que tenía esa casa, pero todos coincidimos en que tenía algo, algo maligno, algo que tenía que estar encerrado ahí, y nunca salir de ahí, algo que por las noches te observa y te sigue, y que por el día se refugia de la débil luz que le llega, pero nunca deja de acechar desde sus ventanas, refugiado por la oscuridad que emana desde dentro, y el viento que no deja de soplar para advertir a los que pasen que no deben acercarse, que no deben mirar por las ventanas, que el horror que allí se esconde debe permanecer oculto, y que por sobre todo, no abras la puerta entreabierta, no abras la jaula que encierra el antiguo mal que acecha desde la oscuridad de la Casa del Lago.

1 comentario:

  1. Buenisimo!!! era como leer un libro XD
    pero que onda esa casa? todavia esta?
    que paso con la curiosidad del aventurero xD

    saludos y si esta vamos a verla
    Gon

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